Comentario
En Francia, tras un período que se sitúa en los años próximos a 1200 en el que es evidente una irradiación inglesa, se va gestando una miniatura propia que alcanza su apogeo durante el período de regencia de Blanca de Castilla y a lo largo del reinado de su hijo San Luis. No sólo se desarrolla un estilo independiente y original de gran calidad, sino que se crean nuevas fórmulas en el capítulo del libro devocional y privado. Una de las más espectaculares es la que culmina en las Biblias moralizadas, que se decoran profusamente, convirtiéndose por ello en un objeto de gran suntuosidad y en un corpus iconográfico de excepción. Se conservan varios ejemplares: Viena, Toledo, Londres, etc., y todos ellos rivalizan en este punto.También el Salterio no litúrgico que ya ha surgido en años anteriores, conoce un gran desarrollo durante esta época. El "Salterio de Blanca de Castilla" (Biblioteca del Arsenal, París) y el "Salterio de San Luis" (Biblioteca Nacional, París), este último quizás donado por el rey a la Sainte-Chapelle, constituyen los testimonios más relevantes.Toda esta miniatura nace en París de la mano de los primeros miniaturistas laicos que se han instalado y han abierto sus talleres en la capital. Toda esta renovación tendrá directa continuidad en el período inmediato (los años finales del siglo XIII). Pero, entre la época de San Luis y ésta se sitúa la confección de una Biblia de difícil catalogación, aunque considerada tradicionalmente francesa.Se la conoce como "Biblia Maciejowski" (Biblioteca Pierpont Morgan, Nueva York) por haber pertenecido a este eclesiástico (un cardenal polaco) durante el siglo XVII. Aunque Grodecki llegó a relacionar sus composiciones con las de las vidrieras de la Sainte-Chapelle, el gran especialista de la época de San Luis que es Branner no ha encontrado argumentos favorables a este supuesto origen francés. Tampoco existen grandes coincidencias con lo inglés, pero quizá por ese camino la obra es más fácilmente explicable. Se trata de una de las grandes realizaciones en el campo de la miniatura del siglo XIII, y destaca por su extraordinario número de ilustraciones todas ellas de una excepcional calidad, aunque son perceptibles diferencias que permiten sospechar la colaboración de varios maestros.A finales del siglo XIII está activo en París un miniaturista que realiza la ilustración de varios textos por encargo del rey Philippe le Bel. Uno de ellos es el propio "Breviario" del monarca (Biblioteca Nacional, París), otro la "Somme le Roy" (Colección E. G. Millar, Londres), un texto didáctico-alegórico muy del gusto de la época. Se le ha identificado tradicionalmente con uno de los miniaturistas documentados entonces en la capital: el maestro Honoré, del que sabemos incluso que habitaba la calle Erembourc-de-Brie en 1292 y que, en 1296, percibió del monarca diversas cantidades en pago a su labor en un "Breviario". Evidentemente estos datos cada vez más abundantes nos van acercando poco a poco al mundo cotidiano del artista. Desde ahora será lo usual.El Maestro Honoré, que en su obra se apoya progresivamente en la mancha del color para trabajar el volumen de las figuras, inicia una vía que culmina en los años inmediatos enJean Pucelle. Se trata del período de sabor más cortesano hasta ahora, dentro del panorama francés.Jean Pucelle es el representante más sobresaliente de esta vertiente. Documentado abundantemente como miniaturista de la corte, las fechas extremas que se conocen de él corresponden a 1319 y 1334, año este último en el que se le da ya como fallecido. Varias obras en las que intervino son resultado de su colaboración con otros maestros. Es el caso de la "Biblia de Robert de Billyng" (Biblioteca Nacional, París), o de ciertos folios del primer volumen del "Breviario Belleville" (Biblioteca Nacional, París). Sin embargo, la obra que permite evaluar mejor su personalidad artística es el "Libro de Horas de Jeanne de Evreux", la esposa de Carlos IV, ahora en el museo de los Cloisters, al parecer ejecutada totalmente por él entre 1325 y 1328. El códice, de pequeño tamaño, es de una gran delicadeza de ejecución. Su decoración se ha resuelto mediante la técnica de la grisalla. Se organiza mediante composiciones de gran tamaño en relación a las dimensiones del folio, acompañadas en su zona baja por las usuales "marginalia". Las páginas dobles ornamentadas según este sistema alternan con otras donde prevalece el texto por encima de la ilustración. El lenguaje formal, que apuntaba el maestro Honoré, ha sido llevado a sus máximas consecuencias, pero se mezcla en este caso con un conocimiento directo por parte del miniaturista del arte italiano contemporáneo, singularmente del sienés Duccio.Antes de conocerse la fecha de la muerte de Pucelle, se consideraba que otras obras surgidas en el ambiente parisino de mediados del siglo XIV se hallaban en su órbita directa. Formalmente todo apuntaba a esta interpretación. Sin embargo, su desaparición en 1328 obliga a replantear el problema, aunque las conclusiones sean las mismas. La influencia de Pucelle entre sus contemporáneos fue tal, que años después de su muerte se detecta aún su impronta en la actividad de otros artífices pertenecientes a una generación distinta a la suya. Es el caso, por ejemplo, de Jean Le Noir.Si la miniatura de la escuela de París es importante, la pintura mural contemporánea lo es en otros centros. No debe suponerse en base a esto que uno u otro formato se dieron separadamente. No es así. Sin embargo, los testimonios conservados en París hacen pensar que la actividad de sus pintores se centró más en este campo, mientras que por ejemplo en la Francia meridional o en Auvernia, parece haber prevalecido claramente el otro. Destacan en estas últimas zonas las pinturas de los Jacobinos de Toulouse (capilla de Saint-Antonin), o las de Cahors, las de la catedral de Clermont-Ferrand (ciclo de San Jorge) o las de la iglesia de Billom.Aviñón, ciudad que acoge la corte papal en 1303, deviene el foco receptor más importante de la corriente italiana. Artífices de la talla de Simone Martini o de Mateo Giovanetti se instalaron en ella y desarrollaron su actividad. El primero llegó en 1340 y falleció cuatro años después. El segundo, oriundo de Viterbo, le sucedió. No era este último un pintor de la talla del primero, pero su oficio y una especial sensibilidad para el color, hacen muy atractivas sus realizaciones. Se ha conservado la decoración de la capilla de San Marcial y la de la Sala de la Gran Audiencia. Junto a Aviñón, y aunque en menor medida, otros centros del sur de Francia se hicieron eco de este italianismo. Quedan restos importantes de pinturas con esta filiación en las catedrales de Beziers y Narbona.